Templo de Nuestra Señora de Santa Ana

TINÍJARO LUGAR DE MAGIA Y TRADICIÓN





Tiníjaro, que en idioma purépecha quiere decir “lugar de tinajas de agua charandosa”, está ubicado al poniente de la ciudad de Morelia, Michoacán, México, le divide la avenida Francisco I. Madero poniente, riada asfáltica principal de la ciudad. Al sur se encuentra un hermoso ojo de agua, es una zona ecológica con gran biodiversidad; además a tan solo unos cuantos pasos se encuentra la mítica ex hacienda Tiníjaro que data del siglo XVI, misma que guarda en sus muros las leyendas e historias de los años pretéritos de este mágico lugar.



Al norte se ubica la iglesia, en las faldas del Cerro de las flores y, a la vez, el lugar donde llegaron los que más tarde serían los fundadores del rancho, la Familia García Moreno junto con otras quince familias, en el año de 1935 abandonando la hueste de ejidatarios que acusaba la ciudad de Penjamíllo Michoacán, este grupo de familias deciden trasladarse a la ciudad capital del estado, y toman su primer sitio en el lugar llamado la Parota, en el extremo norte de Tiníjaro, mas tarde cada una de estas familias van adquiriendo terrenos hacia los cuatro puntos cardinales de este lugar, para así darle vida al antiguo Rancho de Tiníjaro.



La fundación del templo de Nuestra Señora Santa Ana nos remonta a la década de los 40´s del siglo pasado, tiempos en que la imagen paseaba por los campos en tiempo de sequías para pedir a Dios Padre el buen temporal, además, la imagen es una peregrina porque visitaba todas las rancherías circundantes al antiguo rancho de Tiníjaro, cada 26 de Julio, la fiesta de la Santa Patrona, no solo la celebraban los de Tiníjaro, era una fiesta regional, los gastos corrían por cuenta de todos, y cada uno de los ranchos aportaba para la fiesta, alguno las flores, otro las ofrendas, la banda musical le correspondía a los anfitriones y así se cubrían gastos y necesidades de la fiesta; La señora Teresa Aparicio + delegada de la acción católica por parte de la diócesis, por un gran periodo de tiempo fue quien estuvo al frente de la organización, una Señora de gran visión y principal precursora de la obra.



En el primer año de la década de los 50´s la Señora Tránsito Lemus, fiel comprometida al servicio de la iglesia, el Señor Don José María Moreno precursor de la obra y La Señora Teresa Aparicio, animosa promotora de la devoción a la Santa, en sus corazones nace el deseo de construir un templo digno a la imagen de la Madre de la Virgen María.



Como primer aliento, se pensó hacer la construcción frente a la avenida Francisco I. Madero a la altura de la calle puerto de Mazatlán, pensamiento que no gusto al Padre Francisco Sánchez, quien fungía como Vicario del Señor Cura Guillermo Ibarrola, Párroco de Nuestra Señora de las Mercedes de Morelia, el Padre Francisco dispuso se construyera un poco mas arriba, donde Don José María García Moreno había dispuesto donar una porción de tierra para la construcción de lo que sería el hogar de Señora Santa Ana, el Señor Cura Ibarrola dió su aprobación.



Todo esto, lo hicieron del conocimiento de las señoras encargadas de la imagen de Santa Ana, más ellas no accedieron y dieron una negativa a que la imagen quedara en el nuevo Templo, en las personas de Tiníjaro decayó el ánimo, acudieron con el Padre Mariano Cerda para comunicarle lo sucedido, más él alentó a las personas diciendo: “si no se tiene la imagen, mandemos hacer una Santa Ana para Tiníjaro”, en Junio del año 1951 se entregó la imagen de Santa Ana y ya con la imagen de la Santa Patrona, en Agosto de ese mismo año se colocó la primera piedra por el Padre Francisco Sánchez del Templo de Nuestra Señora de las Mercedes.



Los trabajos de edificación duraron 10 años, el amor a la Santa involucró a personas de todas las rancherías, familias completas, señores que en su tiempo libre asentaban piedra sobre piedra, una a una, para la construcción de la casa de la esposa de San Joaquín, la edificación se conserva como en antiguo sin mayores modificaciones, la fachada tiene un arco de cantera estilo colonial con dos molduras estilo parnasiano que adornan su sobriedad, una modesta torre en forma de arco con una cruz de estilo clásico de la cual pende la campana de sonora moción y elegante llamado. Su interior es de una sola nave, con cinco ventanales a su derecha y cinco a su izquierda cada uno de ellos lleva una cruz, que recuerda a los visitantes que por este medio llegó la salvación al mundo.



El presbiterio ya ha sido modificado, originalmente el altar estaba pegado al retablo del presbiterio, mas con la reforma del concilio Vaticano II fue despegado y traído al frente; de aquí se desprende una anécdota digna de ser contada.



En los tiempos en que la reforma llega a la Iglesia de México se creo una controversia entre el señor cura y vicario, el Padre Francisco decía que el altar del templo de nuestra Señora Santa Ana no se movía de donde estaba, el Cura Ibarrola argüía que debía de hacerse lo que mandaba la Santa Sede, decía:“Roma locuta causa finita est” se crearon dos grupos, las catequistas y todas las muchachas apoyaban al Señor Cura Ibarrola y las personas más grandes de la comunidad compaginaban con la postura del Padre Francisco, no pasó a mayores, se les explicó el por qué correspondería obedecer el mandato de Roma, se despegó el altar y hasta la fecha es mudo testigo de lo que aquí se les narra.



El presbiterio cuenta con dos niveles, un primero para la credencia y el ambón y el segundo para el altar, el retablo de cantera del presbiterio tiene un primer nivel que es el principal de la construcción donde se encuentra el sagrario y un segundo a los pies de Santa Ana, el nicho de la Santa está adornado por un arco colonial con características similares al de la entrada; sobrio y elegante. El templo guarda el amor de la Sagrada familia, en la parte más alta del altar, justamente en el centro se encuentra la imagen de la Abuela “Santa Ana”, a la izquierda la Hija “la Virgen María”, a la derecha “San José” y en el corazón del presbiterio el “Sagrario” vestido con telas de hermosos motivos bordados conforme al tiempo litúrgico y un Cristo crucificado sobre de él, es pequeño, a diferencia de otros templos, mas inspira gran piedad e irradia tanto amor, que el solo mirarlo no hay naturaleza humana que resista tal expresión.



Primero fue una capilla que pertenecía a la parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes, con el Señor Cura Guillermo Ibarrola, más tarde a Mater Dolorosa, después a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe y finalmente a la parroquia de Nuestra Señora de la Paz. Grandes Sacerdotes han dejado sus palabras en sus muros y en su gente, P. Guillermo Ibarrola, P. Francisco Sánchez, P. Rafael Calderón, P. Gabriel Ruiz Rodríguez, El P. Salvador González, P. Rubén Sánchez, P. Gerardo Gómez Zapién y ahora, el actual Párroco, el Padre Antonio Paniagua Correa.



El templo sigue hermoso, tiene una sacristía amplia, sobre ésta, un bastimento espacioso que sirve para guardar toda clase de materiales y telas que Anita García Lemus utiliza para embellecer la capilla semana a semana, además la iglesia cuenta con un extenso atrio, con un estrado techado, adornado por cinco jardineras que lucen tres esplendorosos árboles y flores típicas como la camelina, rosas y demás.

La imagen de la Patrona sigue reluciente, en lo alto, cuidando a sus hijos, los milagros y favores encomendados a su intercesión parecen incontables. Pareciera que fue ayer, creyera que no pasa el tiempo, por las tardes, asiste la misma guardia de siempre, fieles y piadosas, Tránsito Lemus, Eustolia García, Josefina García, Doña Rosita, Sara Piña, Marta Valencia, Doña Eulalia, las testigos del tiempo; Anita siempre apurada corre a llevar los floreros, conserva todo impecable.



Recordar aquellas misas de espigas por las noches, son una bella evocación que arrancan las lágrimas de quien lo trae a su mente; la adoración nocturna, que se convierte en una nostalgia que se repite solo una vez al año, retornando a la cuna donde brotó para la parroquia; el vía crucis que el Padre Gabriel dirigía con tanta entrega y se ensayaba con tanta dedicación, en el que los gritos de Nena García Lemus de ¡crucifícale, crucifícale! incitaban al pueblo; Manuel García Lemus el Cristo eterno y entregado, aguantando los latigazos de Alejandro García, las piadosas, el Cirineo, Claudia la elegante, el mofado Pilatos… ¡memorias!



Personas que lo vieron, corazones nobles que lo lloraron, manos dinámicas que trabajaron, hijos cansados, madres fatigadas, hombres fuertes, personajes ilustres… Más los hombres pasan como el trigo en invierno decía el poeta Homero; que las futuras generaciones recuerden y agradezcan lo hecho por estas personas, reconozcan su legado, amen su herencia y los que lo vieron digan: ¡yo viví en los tiempos de don Chema, de la Señora tránsito, de Teresa Aparicio y el Padre francisco Sánchez!


Fuente:

Transito Lemus

José María García Moreno +

Josefina García Rojas



Investigación:

Brenda Carolina Reyes García

María Guadalupe Rosas García

Ricardo Mejía García



Redacción:

Ricardo Mejía García



Fecha de la investigación 2009